Los orígenes de esta danza se remontan hasta antes de la llegada de los españoles, teniendo como protagonistas a los pobladores del altilpano (actualmente, Puno), quienes adoraban a distintas deidades, entre ellos al Tayta Inti, Pachamama, Apus y a los animales como muestra de agradecimiento por sus bondades alimenticias y de trabajo. Tras la llegada de los españoles, la fusión de culturas fue notoria: la evangelización de nuestros habitantes y sus costumbres taurinas comenzaron a impregnar no solo las calles de Puno, sino también las tradiciones que hasta el momento existían, dando como resultado las famosas y tan repudiadas "corridas de toros". El sonido de la trompeta anuncia el ingreso del torero, altivo e imponente; los espectadores, esperan ansiosos que el capote comience a danzar con la entrada del toro; y con ellos la lechera mayor, la indómita que con sus cuarenta y cinco polleras y sus movimientos fuertes de cadera logra que el animal se rinda a sus pies. No puede...